«Una Decisión, muchas oportunidades» by Agustin Arrieta

Vivi el Mundo

 

Acá me encuentro, en un vuelo de tres horas con destino a Río de Janeiro. Con suficiente batería en la computadora para aguantar quien sabe, tal vez 15 minutos, tal vez 2 horas, mi intención ahora es hacer lo posible para expresar en pocas palabras mi experiencia en Sao Luis, difícil tarea. Fueron 8 semanas en las que acontecieron innumerables cosas que la verdad nunca me imaginé cuando me embarqué en la aventura de vivir una experiencia de este tipo. En un principio, me encontré con muchas dificultades, antes de venir no me había imaginado que el famoso “Cultural Shock” iba a ser tan significativo, aunque yo quería vivir uno con todas las letras. Imaginé que un país que esté tan pegado al mío y con muchas cosas en común, no me iba a presentar mayores dificultades de adaptación, vaya subestimación la mía.

Brasil es un país gigante y con una riqueza cultural increíble, sus regiones son muy diferentes, tanto así como la gente que vive en ellas.  Sao Luis, particularmente donde este argentino fue a parar, resulto ser completamente diferente a lo que yo conocía hasta el momento. Probablemente subestimé el choque cultural porque ya había vivido una experiencia de intercambio por mucho más tiempo que esta, mucho más lejos que Brasil y con tan solo 16 años, solo que esta vez fue diferente.

Si bien la anterior también significó para mi salir de mi zona de comfort, esta vez el cambio fue rotundo. De un día para el otro, estaba viviendo en un condominio (como en Argentina los llamamos: “tipo Monoblock”) de más de 200 departamentos desde el cual me debía tomar 6 ómnibus por día para ir y volver del trabajo; en una ciudad que por donde la veía, la encontraba fea, con un planeamiento urbano inexistente, ante mis ojos era todo precariedad y suciedad. Tomaba los ómnibus paranóico de que fueran a robarme o simplemente, que me equivocara y perdiera en alguno de los tantos barrios de la ciudad.

São Luis es la capital del segundo estado mas pobre de Brasil y presenta una realidad con la que yo no estaba familiarizado. Si bien, la pobreza existe en mi país, y en grandes cantidades también, y por mas de que Córdoba tenga la misma o mayor cantidad de habitantes que São Luis, en mi rutina diaria en Córdoba, soy lo suficiente afortunado para vivir en un lugar en el que estoy literalmente a pasos de lo que necesite: supermercado, panadería, cine, peluquería, cyber, o de lo que sea que encuentre necesario, pero este no era el caso. Una excursión al cine tomaba toda la tarde; para ir al supermercado debía estar calculando para poder tener ómnibus de vuelta ya que a las 6 de la tarde se hace de noche, a las 9 ya casi es imposible conseguir un transporte a casa. Mi ilusión de vivir en una ciudad en la costa y decidir cuando quisiera ir a correr por la playa nunca se concretó en el tiempo que estuve en Sao Luis, mi independencia fue cuasi nula, acostumbrarme no fue una cosa fácil. Por otro lado un problema que nunca me había imaginado fue la gente, de repente estaba viviendo con amigos que había conocido ese mismo día, gente que tomó confianza en horas y ya me trataban como uno mas de ellos. Brasileros de la organización con la que trabajé que me hacían sentir extremamente sofocado y sin la posibilidad de ser independiente de ellos y con dificultades de concretar relaciones con otras personas. Probablemente eso se debió a un conflicto con mi personalidad particularmente, pero que de alguna u otra forma fue mudando, al punto de que no podría estar mas agradecido de haberlos conocido, fue gente que trabajo incansablemente para que mi experiencia fuera como lo fue, increíble.

Sin lugar a dudas, me gusto conocer una ciudad encantadora como lo es Sao Luis, pero lo que realmente nunca voy a olvidar son las personas que ahí conocí, personas que dejaron una marca en mí y ya forman parte de mi historia de vida.

Desde mis fofas hermanitas Brasileras, Thayllane y Lulu, las mas tiernas de Brasil, hasta las caras que me tocó ver todos los días en el trabajo, tanto los intercambistas como los miembros de AIESEC, en especial esos brasileros que tanto me cargosearon, Irmao Raoul, Gatinha Katherine y mi querida “Buddy” (término utilizado en AIESEC para referirse a la persona que es tu amigo y te acompaña durante tu intercambio) Monique “corazón de piedra” Moraes, personas increíbles de las que aprendí y a las que les debo miles de favores todavía; pero  que planeo devolver con la condición de que me visiten. 😀

Voy terminando, por que mi batería va a morir. Se que la mayoría de las cosas que escribí fueron problemas, pero siempre pensé y sigo pensando que mas allá de todas las dificultades, el encargado de tener una buena experiencia es siempre uno mismo, antes de realizar una experiencia de este tipo se debe estar preparado a enfrentar muchas situaciones que pueden ser o no de nuestro agrado.

Una cosa es viajar a Brasil a tomarse una Caipirinha en la playa y otra es estar tomándose 6 ómnibus por día para hacer trabajo voluntario. Yo creo que de los problemas y las dificultades se aprende, si todo fuera facil, no solo que seria aburrido, sino que también nada aprenderíamos si solo nos dejáramos llevar por un camino que suma solamente años y no experiencia. En mi opinión, recomiendo a todo el mundo a tomar desafíos para crecer, salir de la zona de comfort, no existe mayor satisfacción personal que esa, conquistar un desafío, cumplir una meta, concretar algo que en un principio solo comenzó como un sueño.

Mi indicativo para medir la satisfacción de la experiencia es que mi idea de “¡Por favor que esto termine!” se transformo en un “¡Qué esto no termine por favor!”.

Ahora estoy acá en el asiento del avión, escuchando bossa nova y con la remera de Brasil que me acaban de regalar y despidiéndome con un hasta luego de una ciudad y de unos amigos que jamás olvidaré.

Ate Logo Sao Luis, Muito Brigado.

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